Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

domingo, 14 de noviembre de 2021

El Lupus llegó a mi vida…

 


Cuando buscaba el nombre que le daría a esta página pensaba en uno con el que pudiera identificarme y que pudiera representar lo que ha sido mi vida. Pensé en lo que es el proceso de transformación de una mariposa y cómo fue que descubrí mi amor por la escritura y de allí salió: El Diario de una mariposa.


Recuerdo que fue para el año 2016 que decidí crear este blog personal, gracias a la recomendación de Dianiluz Cora, una mujer encantadora, CEC Coach y escritora a quien conocí a través de las redes sociales, luego adquirí su libro: “Tocando Cielo” y tiempo más tarde tuve la dicha de conocerla personalmente junto a otras dos mujeres extraordinarias, Aixa y Diana en el festival: “Grito de Mujer” que se llevó a cabo en un pueblo del area oeste de Puerto Rico para ese mismo año. 


Jamás pensé que esa mariposa que había escogido para compartir con ustedes este espacio de escritura libre, se convirtiera en el símbolo de una condición de salud que me diagnosticarían cuatro años más tarde. En medio de la incertidumbre, el temor, la ansiedad, las limitaciones y las pérdidas que provocó la pandemia del COVID 19, El Lupus llegó a mi vida…


Había escuchado sobre la condición, pero, como muchas personas, no sabía con exactitud lo que era, ni todas las formas en que podía manifestarse y mucho menos que sería parte de mí. 


El lupus es una enfermedad autoinmunitaria crónica y compleja que puede afectar las articulaciones, la piel, el cerebro, los pulmones, los riñones y los vasos sanguíneos de manera que provoca inflamación generalizada y daño del tejido en los órganos afectados (ficha informativa de los CDC). Al momento no tiene cura y sus síntomas son diversos. Puede estar silenciosa y a su vez causando estragos en el interior. Es mayormente impredecible, nunca sabes cómo y en qué parte del cuerpo se va a manifestar. Hoy puedes sentirte bien y mañana levantarte como si un camión te hubiera pasado por encima. La condición afecta física y emocionalmente, por la lucha interna que desencadena, la incertidumbre, la frustración, tristeza, dolor, fatiga, el proceso de aceptar que vive en ti y que muchos no entenderán lo que sientes. 


Sé qué hay muchas personas lidiando con esta y otras condiciones. Mi respeto, apoyo, solidaridad y admiración por cada uno de ellos. Por mi parte no le había dado tanto importancia a la frase: “Un día a la vez”, hasta que entendí que es una de las mejores recomendaciones para vivir con optimismo y esperanza en medio de las situaciones que no están en nuestro control. La fe, paciencia, perseverancia, responsabilidad y auto compasión son esenciales para seguir adelante. Algunos pensarán que la auto compasión es una ñoñería, pero saben cuántas personas son severamente injustos con ellos mismos, dejando de cuidarse, entenderse, respetarse y terminan en depresión, arrastrados por vicios, relaciones tóxicas, infelices y muertos en vida? 


Todo empieza con uno. Lo que desees ver en los demás, comiénzalo en ti. Aquello que te da felicidad, hazlo con frecuencia. Si necesitas hacer un alto, no lo pienses dos veces, pues es mejor ir despacio y llegar al lugar indicado que ir de prisa y perderte. Comprende que eres distinto y que no tienes que encajar en todo y con todos. Procura no hacerte daño ni hacer daño a los demás. 


No olvides que eres un ser valioso que merece ser feliz y para ello no tienes que estar totalmente sano y/o ser perfecto. No tienes que esperar a que alguien descubra lo maravilloso que eres, lo diga y/o te haga sentir. Lo que necesitas está dentro de ti. ¡Búscalo, disfrútalo y compártelo con el universo! 


Escrito por Norma Riera Fernández 

Foto cortesía de Norma Fernández 

viernes, 12 de noviembre de 2021

De todo un poco…

 


Estamos acostumbrados a hacer varias cosas a la vez y en ocasiones nos encontramos buscando en nuestra mente qué era lo que íbamos a buscar o hacer. Eso nos demuestra que aunque podamos ser “multitasking” hay momentos en que tenemos que decidir a qué le vamos a prestar atención primero porque en algo vamos a fallar. Si queremos aprender algo y necesitamos estar concentrados, es importante alejarnos de las distracciones tales como: el celular, la televisión, tareas pendientes, personas a nuestro alrededor y hasta nuestros pensamientos. Si como adultos nos distraemos con facilidad y se nos hace difícil, imaginen lo que puede pasar con un niño. Por eso es importante que se pueda separar tiempo y espacio para que los niños puedan estudiar sin distraerse, creando un ambiente que propicie el aprendizaje y que conozcan la importancia de la educación. Dejar que ellos tomen el control de lo que hacen y cuando lo hacen es un acto irresponsable de quiénes deben velar por su conducta y sus acciones. Como niños que son no tienen la capacidad ni la madurez para decidir lo que es mejor para ellos y si creamos una disciplina desde pequeños tendrán mayor probabilidad de mantenerla de adultos. 


La tecnología está jugando un rol importante en la vida de los seres humanos. La educación, el trabajo, el entretenimiento, la “socialización”, los servicios, las finanzas y la vida cotidiana la estamos manejando desde un artefacto electrónico. Es excelente poder resolver y hacer tantas cosas a la vez desde cualquier lugar donde nos encontremos, pero ¡cuidado!, hay actividades, gestiones y comunicaciones que se afectan adversamente con el uso excesivo de la tecnología. No todo está hecho para resolverse desde una pantalla electrónica. Las relaciones y la comunicación necesitan otros medios para que puedan ser efectivas. 


¿Cuántas veces hemos malinterpretado un mensaje porque no sabemos si nos están haciendo una pregunta, una aseveración o nos están dando una orden? Quizás percibimos que la persona que nos envió el mensaje tiene coraje con nosotros o demuestra poca importancia sobre el asunto porque su manera de escribir es fría, seca e indiferente. Se nos olvidan los buenos modales como un: ¡Hola!, ¡Buenos días!, ¿Como estás?, ¡Gracias!, ¡Disculpa!, etc… De cierta manera vamos perdiendo la práctica de mostrar afecto, interés, respeto y cordialidad que son tan importantes en las relaciones humanas y la comunicación. 


No nos encontramos en el mar a la deriva, estamos en tierra firme y por tal razón tenemos el control de hacia dónde vamos. No podemos culpar a la tecnología, a la distancia, a la evolución, a la pandemia y mucho menos a nuestro pasado. Somos lo que queremos ser y estamos donde queremos estar y si esa aseveración es falsa, entonces tenemos que movernos, pasar la página, asumir responsabilidad y dejarnos de excusas baratas. 


Un niño no tiene control de las experiencias que le toca vivir durante su infancia, pero de adulto tiene en sus manos la decisión de qué dirección va a tomar y si desea conservar lo que aprendió o desea crear una nueva vida donde pueda colocar todo aquello que es importante para sí y que le permite ser feliz. Hay tantas personas infelices, tantas familias disfuncionales, parejas que no se complementan ni se apoyan el uno al otro porque en muchos casos no sueltan ese equipaje de tragedias, desilusiones, traumas y experiencias que tanto daño les han hecho. Muchas veces pagan quiénes menos tienen culpa…


Y así como empecé escribiendo de una cosa, terminé con otro tema, pero todo lleva a la conclusión de que somos capaces de tener el control, somos responsables de nuestras acciones, en nuestras manos está establecer prioridades y mantener buenas relaciones con los demás. 


Si algo o alguien es importante para nosotros, vamos a demostrarlo.


Escrito por Norma Riera Fernández 


domingo, 7 de noviembre de 2021

Hijos Huéspedes…

 

Cuando éramos niños alguien cuidó de nosotros. Quizás fueron nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros tíos o alguien que asumió nuestra crianza y cuidado. Durante esa etapa dependíamos de un adulto para satisfacer nuestras necesidades básicas de alimentación, abrigo, techo, cuidados, afecto y educación. Esas personas que estuvieron a cargo de nosotros se convirtieron en nuestros guías y modelos a seguir. Con el paso del tiempo fuimos creciendo y nuestras necesidades cambiaron. Tuvimos la oportunidad de conocer a otras personas con las que interactuamos, observamos su conducta, sus costumbres y quizás con los que nos identificamos. Para bien o para mal, todo cambió…


Llega un momento en el que el núcleo familiar se compone de adultos con personalidades, costumbres, conducta, necesidades y gustos distintos, poniendo en riesgo el respeto, la tolerancia, el sentido de pertenencia, el concepto de familia y otros aspectos necesarios para vivir en armonía. 


Algunos jóvenes adultos comienzan a reclamar su derecho a la “libertad”, “independencia”, “privacidad” pero sin querer perder su derecho a que le provean un techo, alimento, que le resuelvan cualquier situación que se les presente y hasta se aferran a la idea de que las responsabilidades del hogar recaen únicamente sobre sus padres y/o cuidadores. No se ven como miembros de una familia que necesita cuidado, atención, comunicación y en la que también deben asumir ciertas responsabilidades sino que se convierten en Hijos Huéspedes…


La familia pasa a segundo o tercer plano y se vuelven más atentos a los asuntos de sus amigos, parejas y/o los propios. La indiferencia antes la necesidades y situaciones que pasan los que han estado allí para ellos, es un mal que les arropa el corazón y les convierte en seres insensibles. 


Utilizamos mucho el concepto del sentido común, pero en ocasiones no reflexionamos sobre su significado. 


Según la Real Academia Española, el sentido común es la capacidad de entender o juzgar de forma razonable. 


Una de las características del ser humano es su capacidad de razonar, así que una cosa es hacernos de la vista larga ante lo que vemos y sabemos y otra cosa es estar totalmente ajenos a lo que ocurre. 


El que alguien no pida ayuda, no significa que no la necesita. Dice un refrán que: “Lo que se ve no se pregunta”.


Ningún padre y/o cuidador es perfecto. Hay unos que no fueron para nada buenos, sin embargo, muchos han procurado proveerle a sus pequeños todo cuanto han necesitado, aún sin haber tenido un modelo adecuado a seguir y en ocasiones bajo grandes sacrificios. Lo que dieron fue de forma desinteresada y con la mejor intención de levantar seres humanos de bien, lo menos que merecen es la indiferencia, la falta de cariño, atención y apoyo por parte de esos seres que tanto cuidaron. 


Escrito por Norma Riera Fernández 

Foto cortesía de Norma Fernández