Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

martes, 13 de diciembre de 2016

Demasiado b...uenos para sentirnos miserables



Amanda y Julián eran muy buenos amigos. 

Se conocieron en la compañía para la que ambos trabajaban y hasta llegaron a ser compañeros de estudios. 

Amanda tenía muy buen sentido del humor y Julián no se quedaba atrás, por eso se llevaban tan bien. Luego de haber estado distanciados por unos años, el destino les permitió reencontrarse. Aunque ejerciendo funciones distintas, trabajan brindando servicios en la compañía donde tuvieron la oportunidad de conocerse. 

Cuando una amistad es genuina y desinteresada, no importa el tiempo, la distancia ni las circunstancias. 

Julián había formado una hermosa familia. Se había casado con la mujer de sus sueños y recibió la bendición de un príncipe que vino para darle un sentido extraordinario y significativo a su definición del amor incondicional. A pesar de tanta dicha su rostro había perdido la alegría, su mente estaba muy cargada y su corazón parecía caerse de su pecho por tantas emociones juntas, por tanta incertidumbre e impotencia...

¿Qué pudo haber provocado que desapareciera esa sonrisa tan contagiosa? ¿Quién sería capaz de hacerle daño a tan buen ser humano? ¿Qué le hizo perder su norte?

Amanda notó que Julián estaba decaído, sin fuerzas para seguir adelante, pero quién era ella para darle ánimo si no se explicaba como aún seguía de pie cuando su alma y corazón estaban tan golpeados...

Ella también tenía una hermosa familia, era muy dichosa de contar con el apoyo del amor de su vida y unos hijos encantadores, pero dejó que intentos fallidos, pérdidas y decepciones le quitaran el brillo de sus ojos.

Cada vez que se encontraban se desahogaban. Convirtieron la esquina de una de las calles principales del pueblo donde laboraban en su "spot" de los lamentos. Parecía que acudían a sesiones de terapia de grupo donde podían liberar el coraje, las frustraciones y las preocupaciones, regresando más livianos a sus hogares y abrazando la esperanza de lo que no se ve pero se siente en el corazón.

Les habían pasado tantas cosas fuertes sin comprender la razón, llegando a dudar de sus derechos al progreso y la felicidad.

Quienes los conocían sabían que eran seres humanos luchadores, perseverantes y merecedores de todo lo bueno del mundo.

Amanda se consolaba así misma repitiendo el tan conocido refrán: "No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista". Con esas palabras mostraba resignación y no era la actitud correcta. 

A veces solemos dar permiso a pensamientos y a personas negativas para que entren en nuestras vidas porque no tenemos el valor suficiente o no queremos ser arrogantes, sin darnos cuenta del gran error que cometemos.

Puede que otros confundan nuestra serenidad, humildad y amabilidad con que somos tontos y controlables. Cuando se trata de nuestro bienestar no podemos hacernos los ciegos, dejando pasar las cosas que nos incomodan sino que debemos expresar nuestro sentir en todo momento.

Amanda y Julián, dos personas distintas, pero con varias características en común: extraordinarios, genuinos, soñadores, alegres y merecedores de felicidad. Quizás dejaron que la opinión que tenían los demás de ellos tuviera más poder que lo que ellos creían de sí mismos y dejaron que les consumieran el ánimo y la energía necesaria para seguir adelante.

Tantos días grises, tantas lágrimas derramadas y tanta frustración...

Una tarde volvieron a encontrarse en el "spot". Cada uno contó sus experiencias, soltaron el coraje, se rieron un rato y decidieron hacer un alto al drama.

Amanda le dijo a Julián que estaba harta de sentirse miserable. En sus palabras mostraba seguridad y fortaleza. Comprendió que la vida será todo lo que ella quiera. Sus ojos serán su guía, su pensamiento servirá de camino para llegar a su destino y su corazón le brindará la fortaleza que necesita para no volver a caer en las garras del pesimismo.

Ambos se propusieron salir de ese círculo vicioso, reconociendo que siempre habrá retos y resultados no esperados ni deseados, pero aprenderán a verlos como parte de las experiencias de la vida.

En el proceso aprendieron algo muy importante: "Eran demasiado b...uenos para sentirse miserables". 

No fueron víctimas de otras personas ni de las circunstancias, sino de sus pensamientos. 

No hay nube tan gris que pueda opacar los rayos dorados de un sol deseoso por iluminar un nuevo día lleno de posibilidades infinitas y...

No habrá persona tan necesitada de reconocimiento como aquella que no se valora a sí misma.

Dedicado a los buenos amigos que nos regala la vida.

Gracias por estar ahí.

Norma Riera

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