Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

lunes, 25 de abril de 2016

¿Donde está papá?



¿Donde está Papá?

Ese monstruo que vive en mi hogar se lo llevó y lo esconde. ¡Cuanta falta me hace!

Cuando le pregunto donde está es incapaz de mirarme a los ojos y responderme. Ha decidido hacerme la guerra, como si lo hubiera provocado. Me he dado cuenta que es un machista. No le agrada que sea una niña. Siento que me ve como una maldición. 

Me trata con agresividad y fuerza. Me obliga a hacer tareas que no corresponden a mi edad y capacidad para luego criticarme. No puedo quejarme ante él porque hacerlo conlleva consecuencias graves. En varias ocasiones me ha llevado tarde a la escuela para que me llamen la atención. Hago todo mi esfuerzo para tener buenas calificaciones y tener un buen desempeño académico, sin embargo suele ignorar mis logros y hasta cuestiona si he manipulado los resultados.

¿Donde está mi papá? Ese que Dios envió para cuidarme, para protegerme del mal, para llevarme de la mano y guiarme en el camino. Me gustaría saber si está orgulloso de mi, pero no lo encuentro. Imagino su rostro, sus demostraciones de cariño y hasta su sonrisa.

Probablemente se perdió en el camino. Quien sabe si le entregaron en sus brazos a otra niña que no era la suya, mientras sigo esperando...

Ese monstruo que vive en mi hogar me ha dejado sin esperanzas, me ha lastimado mucho y ha intentado  convencerme que no seré nadie en la vida. ¡Me siento tan triste!  

Quisiera que mi padre apareciera. No llegó a los eventos religiosos, ni a mis graduaciones. Tan siquiera me entregó el día de mi boda. Me parecía escuchar entre el murmullo de los invitados: ¿Donde está el padre de la novia? No aparece junto a mi en las fotos de los eventos mas importantes de mi vida. 

Unos años mas tarde recibí la noticia de que había aparecido, se encontraba en un cuarto de hospital. Al tocar la puerta nadie abrió, pero decidí entrar. Allí estaba un hombre que yacía en una cama. Al verme me dijo: "Hija". Sus palabras se convirtieron en notas que creaban una hermosa melodía. Se veía débil, apenas podía mantener sus ojos abiertos. Permanecí en silencio por unos minutos cuando su voz me sorprendió con estas palabras: "Hace tanto tiempo que no hablamos". En ese momento el tiempo se detuvo. Sentía que mi corazón latía muy rápido. ¡Cuanto tiempo había esperado para tener este encuentro! Le pedí que hablara, pero me pidió que le diera un momento...

Papá, he tenido que aprender a vivir con tu ausencia física, pues presente nunca estuviste, y debo comprender que esa ilusión de una relación contigo, esa necesidad de un abrazo cálido, de escucharte decir que me querías murieron contigo.  

Te busco en el firmamento, en el cantar de las aves, en la caída del sol, en las olas del mar, en el verdor del paisaje y le pregunto a Dios porqué no aprovechaste el tiempo en vida para estar conmigo. Ese vacío que dejaste en mi corazón lo lleno con el amor que siento por mi familia, por la humanidad, por los animales y por la naturaleza. 

Hoy decido cerrar este capítulo que me hace revivir tanta tristeza y dolor para abrir paso a nuevas experiencias. 

Tu indiferencia me enseñó a reconocer que la felicidad no depende de lo que pueda ofrecerme otro ser humano, sino del compromiso que tenga conmigo misma y del amor que tengo para dar.  


  

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