Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

domingo, 2 de octubre de 2016

Sin dirección...


¿Cuántas veces hemos sentido que las experiencias que nos ha tocado enfrentar provocan un desajuste en nuestras vidas?

Hay noticias, eventos y vivencias que nos tocan directamente, dejándonos sin aliento...

Una de las formas en que podemos sanar es expresando lo que sentimos, pero, ¿Qué pasa cuando sentimos la necesidad de desahogarnos y los que están a nuestro alrededor no están listos para escucharnos?

Si de algo gozamos, en esta parte del mundo que nos ha tocado vivir, es de libertad de expresión, así que cuidado con el dice querer lo mejor para nosotros, pero se la pasa reprimiendo nuestros deseos de expresarnos, controlándonos, opacando nuestro brillo y apagando nuestros sueños.

No se trata de que andemos por la vida lamentándonos porque amaneció nublado o porque no sonó la alarma o quizás porque teníamos pan pero queríamos galletas. Se trata de sentirse en la libertad de soltar lo que nos afecta para liberarnos de la carga y poder seguir andando.

Mantener el silencio, resignarse y/o asumir una postura de víctima provocará que terminemos viviendo una vida sin sentido.

Quién no quiera escucharnos, que se tape los oídos. Quién no quiera leer lo que escribimos, que voltee la vista o se tape los ojos. Quién no desee ver como nos levantamos del suelo y seguimos adelante, que no nos siga, pero que tampoco sea una piedra en nuestro camino.

Dice un refrán muy conocido que: " No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista", pero a veces sentimos que los momentos de dificultad duran una eternidad.

En ocasiones la vida nos golpea tan fuerte y tan seguido que nos sentimos desorientados. Sabemos que hay otras rutas para poder llegar a nuestro destino, sin embargo nos sentimos sin dirección...

La costumbre, la rutina, el apego, la codependencia, el temor al fracaso y la falta de creer en nosotros mismo nos paraliza en momentos cruciales donde necesitamos actuar.

Es en esas circunstancias que necesitamos de personas que sean capaces de apoyarnos, motivarnos y hacernos ver que mientras tengamos vida, debemos seguir luchando. Pero, no siempre tendremos un apoyo...

El mayor error que cometemos es entender que los pedazos que hemos dejado caer, de nosotros, a lo largo del camino serán recogidos por alguien que los colocará en el lugar correcto para que volvamos a ser quiénes eramos. La verdad es que podríamos quedarnos esperando a que esto pase, siendo nosotros mismos quiénes recojamos cada pieza del suelo. 

En el trayecto de nuestra vida escuchamos, en muchas ocasiones, sobre la importancia de hacer lo que nos gusta, de ponernos en primer lugar, sin embargo acostumbramos a anteponer lo que entendemos son nuestras responsabilidades con los demás asumiendo que siempre habrá otro momento para pensar en nosotros.

Procuramos velar por el bienestar de todos y sacrificamos nuestros sueños para que otros construyan los suyos. Estamos tan comprometidos con los roles que nos ha tocado ejercer que abandonamos lo mas importante: cuidar el compromiso con nosotros mismos.

Pensamos que esta conducta no nos afecta, por lo que vemos a corto plazo, sin embargo a largo plazo las consecuencias pueden ser devastadoras. Nos olvidamos que tiempo que dejamos pasar ya no regresará.

La vida nos enseña que los momentos difíciles nos pueden ayudan a madurar y a desarrollar fortalezas, pero los momentos de alegría nos motivan a continuar la marcha. Es importante mantener un balance por nuestro bienestar y el de quiénes nos rodean. 

Hay experiencias de la vida que nos hacen sentir en completa oscuridad. Si nos ubicamos frente a un espejo vemos un pedazo de carbon áspero, poco atractivo y que tizna todo lo que toca. ¿Cómo podemos cambiar lo que vemos?

Esta en nuestras manos elegir si mantenemos es apariencia para toda la vida o permitimos que las fuertes presiones  y las temperaturas extremas a las que hemos sido sometidos nos conviertan en hermosos diamantes.

Podemos haber perdido una batalla pero no la guerra.

Cerremos nuestros ojos e imaginemos qué se siente brillar en la oscuridad, qué se siente volver a sonreír y hagámoslo realidad. 

¡Que la ilusión de vivir y la esperanza de un mejor mañana siempre habite en nuestros corazones!

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