Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

sábado, 23 de mayo de 2020

Pared blanca...



En abril de 2015, tuve un sueño que me permitió vivir una experiencia real, extraordinaria e inolvidable.

En el sueño me encontraba en una biblioteca de un pueblo de la zona rural de Puerto Rico. Buscaba un libro: “La Frontera de Dios”. Supe de ese libro por una mención que hizo Nildín Comas, QEPD, en un taller que dio en su residencia del que tuve la oportunidad de participar. En el libro un sacerdote que convalecía en cama debido a una enfermedad, que le ocasionó la muerte, se cuestionaba a sí mismo cómo había sido su vida. La comparaba con una pared blanca, porque no le hizo daño a nadie, no cometió pecados graves, sin embargo se sentía vacío...

Reclama que en sus predicaciones empequeñecía a Dios para que las personas lo entendieran, pero se dio cuenta que al hacerlo le restaba valor e importancia. ¿Cómo era capaz de comprender a Dios y no tener el coraje de amarle con su grandeza? En su relato confiesa que fue en el momento que le dieron el diagnóstico de su enfermedad y le notificaron que moriría, que conoció verdaderamente a Dios y se sintió tan mal por el tiempo que había perdido. Se lamentó tanto porque sentía que Dios siempre le acosaba con claridades desesperantes y el dándole largas...

Lo que les voy a compartir a continuación parecerá un cuento, pero les puedo decir con mucha honestidad que es un suceso de la vida real...

Cuando compartí en mi perfil de FB, en el año 2005, lo que había soñado y que traté de conseguir el libro, sin éxito, en distintas plataformas y librerías, porque sentía que algún mensaje tenía para mí, esa misma noche recibo un mensaje de quien puedo describir como una ada madrina y/o un ángel, en fin una mujer muy especial llamada Rosita, indicándome que había conseguido el libro a través de una de sus amadas hijas (Diannys) y que lo estaría recibiendo por correo. ¡Imaginen mi impresión y mi alegría! Fue una gran sorpresa para mí por muchas razones entre ellas que: unas personas se entusiasmaran y se dieran a la tarea de conseguirlo para mí, parecía sacado de una película el que pudiera tenerlo en mis manos, el libro era de 1956, por lo que no era tan fácil conseguirle y llegó de España. Les cuento que aún conservo la envoltura en la que llegó y cada detalle que trajo, con mucho cariño, porque es de gran valor para mí.

Cinco años más tarde, para el mes de marzo, recibo un mensaje de mi amiga Diannet, que aprecio muchísimo, hija de Rosita, dejándome saber que su amado padre estaba pasando por una situación muy difícil donde su salud estaba comprometida. Desde ese momento comencé a orar a diario por él, me identifiqué mucho con su situación. La verdad entre los años 2008 y 2009 viví momentos angustiantes con mi papá, QEPD, que estuvo en el hospital entubado por muchos días en el área de intensivo y sé lo que es vivir con esa incertidumbre a diario, sin saber a lo que te enfrentarás al día siguiente y con ese sentimiento de impotencia que arropa al corazón...

Fueron días, que se convirtieron en semanas, donde me mantuve en contacto con Diannet dejándole saber que desde la distancia, debido a la situación de la pandemia, estaba con ella y con su familia. El 10 de abril de 2020, recibí la gran noticia de que Dios había escuchado nuestras oraciones y había hecho el milagro que tantas personas pedían. La historia de Danny había tocado a tantas personas y fueron tantos los testigos de esta manifestación de la misericordia de Dios, que fue imposible callarlo. 

En medio de los momentos difíciles, Dios se hace presente y aunque no lo sintamos, ni lo podamos ver, va trabajando en silencio. Sólo tenemos que ser perseverantes y por más desalentadores que sean los diagnósticos y/o pronósticos, debemos mantener nuestra mirada fija en Él. Debemos reconocerle y abrir nuestros corazones a Él. Hacer lo que nos corresponde y lo que no podemos hacer, por nuestra limitada capacidad humana, dejarlo en Sus Benditas manos. 

El milagro de Danny, me hizo recordar la experiencia del sueño que tuve hace cinco años y estoy segura de que Dios nos preparaba para esto. Ha sido una oportunidad para escribir en esa pared blanca: “Señor, creo firmemente en ti y te pido perdón por las veces que me he sentido abandonad@, por las veces que he dudado de tu Misericordia y por las veces que le he dado largas cuando has tocado a mi puerta”. 

Como decía mi gran amiga, Grace Nouel, QEPD: “En la oscuridad la luz brilla más”. 

¡Dios es luz, Dios es bueno, Dios es Real!  

Escrito por Norma Riera.