Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

martes, 14 de abril de 2020

Encontré una luciérnaga en la oscuridad


Era una noche cargada de sentimientos. El interior de la casa me asfixiaba, así que decidí salir al balcón para tomar un poco de aire. Minutos antes, estaba viendo las estadísticas que presentaba un periodista en un canal local, sobre las personas contagiadas con el coronavirus. La noticia retumbaba como martillazos en mi cabeza y me hacía sentir tanto dolor...

Sabía que debía conservar la calma, pero el miedo quería salir a gritos desde lo más profundo de mi interior y la incertidumbre me abrazaba tan fuerte que sentía como quebrantaba mis huesos. 

¿Quien podría ser capaz de hacerse de la vista larga cuando, de una forma u otra, todos nos hemos visto afectados con lo que está ocurriendo en el mundo?

Nos han despojado de la libertad que teníamos, de nuestros trabajos, las actividades y compromisos con las que agendábamos nuestros días, sin embargo no nos dábamos cuenta que la vida que llevábamos nos alejaba cada vez más de todo aquello verdaderamente importante para nosotros: el tiempo que pasamos en familia, el contacto con nuestros seres queridos, las actividades que nos conectan con la naturaleza, ese espacio de silencio y oración que fortalece nuestro espíritu y nos conecta con nosotros mismos. 

Cuando la mente se calmó y los latidos del corazón se normalizaron, dirigí la mirada al monte donde por la falta de iluminación sólo podía ver la sombra de los árboles y la maleza...

Pensaba en mi amiga, Grace (QEPD), y en una de sus frases favoritas: “En la oscuridad la luz brilla más”. En ese instante comprendí que pasaba por un momento difícil y no una mala vida.

Luego de varios minutos de reflexión divisé una pequeña luz verde en el monte. No podía creer lo que estaba viendo, hacía más de treinta años que no veía una luciérnaga y allí estaba, iluminando todo a su alrededor. Cuando la observaba, pensaba si sería ella que vino a visitarme. ¡Qué locura! 

Una noche apareció nuevamente y decidí romper el hielo, pues me encontraba sola, nadie me juzgaría... La lucecita verde se encontraba a más de veinte pies de distancia, miré para todos lados y en voz baja le dije: ¿Eres tú, Grace?

En ese momento la luciérnaga fue moviéndose lentamente en línea recta hasta donde me encontraba, se detuvo unos segundos encima de mí y se fue. Sin decir una palabra, respondió mi pregunta...

Quizás estamos presenciando cosas que jamás imaginamos y que atentan contra nuestra seguridad y nuestra estabilidad, sin embargo desear que todo vuelva a la normalidad será imposible de cumplir. Tenemos, por nuestro bienestar, que aceptar que, de aquí en adelante, nada será igual y en lo que ocupemos nuestra mente y nuestro corazón en este tiempo será lo que transformará nuestras vidas para bien o para mal. Depende de cada uno de nosotros lo que elijamos ser y hacer. 

La luciérnaga no piensa en las limitaciones que pueda tener por su tamaño, tampoco le preocupa si su iluminación será suficiente. Ella solo da lo mejor de sí y espera lo mejor que le pueda ofrecer la noche, porque sabe que: “En la oscuridad, la luz brilla más”.

Dedicado a ti, Grace Nouel
Escrito por: Norma Riera