Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

viernes, 23 de marzo de 2018

Cuando el invierno llega al alma...


Vivimos según la agenda, haciendo planes para el futuro y demostrándole al mundo que tenemos todo bajo control, pero en nuestro interior...¡cuántas cosas escondemos!

La rutina pesa y nos hace arrastrar los pies. Nuestra energía se va consumiendo con el trabajo, las tareas, las preocupaciones y responsabilidades. Quisiéramos tener unos segundos locos y renunciar a todo, pero no tenemos las agallas suficientes para hacerlo. Antes de caer en la tentación nos pasa de frente la película de nuestra vida y vemos lo seres queridos y todo cuanto nos motiva a seguir luchando. Es ahí cuando el plan se viene abajo...

Somos seres que vivimos apegados a lo que más nos importa en la vida y nos resistimos a apartarnos de ello, aunque esto signifique echar a un lado nuestros planes y sueños. Pero, un día nos sorprendió la naturaleza con un fenómeno que muchos jamás habíamos visto y nos hizo girar totalmente hacia la dirección opuesta.

¿Dónde estamos?, ¿Qué pasó?, ¿Qué vamos a hacer? Esas y muchas otras preguntas pasaban por nuestra mente, sin querer escuchar las respuestas por temor a lo que implicarían.

Como sacado de una película o de una noticia de un país tercermundista, nos encontrábamos sin los servicios básicos, muchos perdieron sus hogares, pertenencias y peor aún, quedamos totalmente incomunicados. La agonía de no saber de nada ni de nadie hacía que los minutos se sintieran como horas. Nos confiamos demasiado en la "buena suerte" de no haber sido azotados por ningún fenómeno desde hacía varios años y caímos en la trampa, como el cuento del lobo, que nos dejó desprovistos de tanto...

De repente comenzó una histeria colectiva y muchos decidieron salir del país, dejando atrás todo para buscar seguridad y estabilidad. Fue en cada persona que, con los ojos cerrados, decidió partir con el corazón hecho pedazos como el invierno llegó al alma...

Podríamos vivir en un país tropical acostumbrados a las altas temperaturas, pero qué frío se siente cuando una familia que tanto se ama tiene que dividirse para buscar un mejor porvenir. No hay calefacción que pueda ser efectiva cuando se nos congela el alma entre llanto y dolor, y tenemos que decir adiós a los padres, pareja, hijos, amigos, vecinos...

Podríamos enamorarnos de una hermosa postal de invierno en la que la nieve resalta la belleza de la naturaleza, sin embargo detrás de esa imagen puede haber un corazón triste y encogido por la distancia, con deseos inmensos de abrazar a los suyos y plantar sus raíces nuevamente para que puedan fortalecerse y no tener que abandonar su tierra nunca más.

Dedicado a una amiga muy querida a la que recuerdo con mucho cariño, a quien admiro y le deseo lo mejor de la vida.

Por: Norma Riera