Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

miércoles, 21 de febrero de 2018

El tiempo






Va por la vida como todo un maestro de vocación que desea que sus discípulos aprendan la lección. En ocasiones parece muy insistente al transmitir el mensaje, en otras nos da el espacio para que podamos descubrir su intención. 

Dicen que no se detiene, que no perdona, que no pasa en vano, que cuando se va no regresa...

Algunos tomarían esta descripción de manera positiva, otros lo percibirían como un peso que cae sobre sus espaldas y les quita fuerza para poder seguir adelante. La verdad es que el tiempo no es bueno ni malo, es el reloj que va marcando cada momento de nuestra vida.

Todo lo que nos ocurre tiene una razón de ser. Podríamos pensar que no hay nada que podamos hacer para cambiar nuestro destino sin saber que tenemos el control de muchas cosas y ejercerlo puede hacer una gran diferencia. Hemos sido marcados por distintos sucesos y experiencias, pero a su vez podemos liberarnos de aquello que nos hace sentir culpables, miserables y responsables.

Con el tiempo podemos sanar y liberarnos de todo aquello que nos ha hecho daño. Todo depende de nuestra capacidad para amar. Sí, se necesita amor propio y amor hacia a los demás para armarnos de valor y romper círculos viciosos, recuerdos que nos estancan, momentos de dolor, odio, coraje, decepción y tristeza. 

El amor es el motor que mantiene encendida nuestra vida, es lo que da propósito y valor a cada cosa que hacemos. Sin amor nada tendría sentido, un paso sería un movimiento más, una muestra de cariño sería una manifestación frente a un cuerpo sin vida. Es importante y necesario aprovechar la oportunidad que nos da la vida para demostrar nuestro amor. De no hacerlo habremos vivido en vano. 

Desarrollar paciencia es una manera de madurar con el paso del tiempo, una forma de expresar amor y de entender que el tiempo ni pasa rápido ni lento, sino que dependerá de la importancia que le demos al momento.

Las pérdidas, los cambios, la tristeza y los retos son necesarios para crecer y evolucionar. Sin dificultades en la vida no habría superación. Si todo lo hiciéramos bien y todo nos fuera de maravilla, no existirían las emociones, el perdón, la celebración por logros alcanzados,  los reencuentros y la vida misma no tendría tanta importancia. 

El tiempo solo sería una aguja en un reloj que nadie le interesaría mirar...