Diario de una mariposa

Diario de una mariposa

domingo, 9 de julio de 2017

Me siento desmoralizado..



Hace unos años atrás conocí a un caballero que visitó la oficina donde laboraba para una orientación. Me confesó que le había costado mucho llegar hasta allí debido a que siempre había sido una persona responsable con sus asuntos y estaba de más decir que se consideraba un viejo para sentirse que uno de sus activos más preciados estaba en riesgo.

Con su propiedad había hecho maravillas: le dio un techo a su familia, tomó dinero prestado al banco para pagar los estudios de sus hijos y hasta les ayudó con sus gastos de boda. Parecía haber sido el héroe de todos ellos, sin embargo en ese momento su rostro denotaba tristeza y su espalda erguida, acompañada de unos brazos caídos me hicieron pensar que cargaba un peso emocional mayor al que podía soportar...

¿Cómo pudo olvidar que llegaría el día en que ya no tendría la misma capacidad y energía para seguir  trabajando? ¿A caso la presión de una sociedad exigente e insensible, por ser jefe de familia, lo llevó a tomar decisiones incorrectas?

"Me siento desmoralizado".  Sus palabras despertaron en mi corazón compasión hacia él porque, en ocasiones, las tristezas más grandes nacen de acciones que hemos tomado que creíamos correctas.

Aquél hombre que con valor y sacrificio levantó un hogar como entendió debió hacerlo, se encontraba solo, perdido y sin ánimo para continuar.

¿Cuántas veces nos hemos sentido de la misma manera? ¿Cómo sentirnos vivos en un mundo que nos  rodea de circunstancias que nos desmoralizan?

Recientemente y por recomendación de una amiga que leyó un comentario que escribí en una red social, decido compartir el mismo en el perfil de uno de los rotativos más leídos en Puerto Rico. El mensaje decía así: ¡Que bueno sería que la prensa modificara los titulares con el fin de sembrar esperanza y motivar a nuestra sociedad a salir adelante!

Hubo diversidad de reacciones, sin embargo una de las que más me impresionó fue la de un profesional, con especialidad en leyes, que me indicó con tono de frustración que nuestra isla no era Disney. Al tratar de cambiar su forma de pensar y sembrar un poco de optimismo me invitó a que me comiera una barra de chocolate para que lo dejara en paz.

Es evidente el efecto negativo que produce en nosotros los titulares malintencionados y no se trata de alejarnos de la realidad y actuar como si viviéramos en "La Isla de la Fantasía", sino de poder mantenernos enfocados en nuestros planes, en nuestras metas y alejarnos de todo aquello que nos quite el entusiasmo. Hay quiénes piensan que las personas optimistas son aquellas a los que la vida les ha tratado de maravilla, sin embargo en su mayoría son seres humanos que han recibido golpes fuertes, que han caído duro y han sido capaces de curar sus heridas, sacudirse las lágrimas y levantarse con más fuerzas.

La desmoralización despierta en el ser humano sentimientos de derrota, coraje y frustración al entender que hemos perdido el control y la fortaleza necesaria para superarnos en medio de la adversidad.

Tenemos que armarnos de valor y aprender a vivir un día a la vez. Debemos trabajar con aquellos aspectos en los que podemos tener control y reconocer que un gran proyecto no se completa en un día, sino que requiere tiempo, concentración, paciencia y esfuerzo.

Levantémonos con esperanza, entusiasmo, asumamos nuestra responsabilidad y disfrutemos mientras construimos esa gran obra llamada: Vida. Que nada ni nadie nos desmoralice.